Las causas son múltiples y los cuadros pueden variar muchísimo entre uno y otro caso. Todo puede ser una dolencia reumática: desde un dolor en el hombro que se va solo en tres días, hasta una enfermedad crónica.
En cuanto a la artritis, consiste en la inflamación de las articulaciones. Las causas son variadas: si es por alguna bacteria, es infecciosa; cuando es por un cristal de ácido úrico, se trata de gota; si el motivo es desconocido, probablemente se trate de la reumatoidea.
A su vez, la artritis se divide en dos grupos: las que afectan a muchas articulaciones y las que atacan a unas pocas. La más común de las que comprometen a varias, es la reumatoidea y de ella nos ocuparemos en este informe.
Las enfermedades reumáticas son autoinmunes, es decir, por mecanismos que se desconocen, el organismo no reconoce a las articulaciones como propias y las ataca. En el caso de la artritis, también hay un componente genético.
Son los dos síntomas a los que hay que estar atentos. En realidad, siempre que hay dolor uno debería hacer una consulta. Pero en este caso, si advertimos que una articulación además está hinchada, la visita al médico está recomendada. Lo mejor es ver al médico clínico -el médico de cabecera o de familia que hoy tiene la mayoría de las obras sociales- para la primera revisión. Este será el que indique un tratamiento o derive al reumatólogo.
No importa la edad ni el sexo. Las estadísticas indican que es tres veces más común en mujeres que en hombres, pero esos números no los liberan a ellos de la probabilidad. En cuanto a los años, antes se decía que solía aparecer en la etapa de procreación. Hoy se sabe que si bien los números señalan A que se manifiesta mayoritaria-mente entre los 40 y los 60, la mayor incidencia es en la adultez tardía y el pico de aparición se acerca aproximadamente a la menopausia.
La artritis reumatoidea es una enfermedad crónica, es decir, que dura muchos años y, en algunos casos, toda la vida. En este caso es conveniente ser más específico: no tiene cura en el sentido que le damos cuando se trata de una neumonía, que se liquida con antibióticos, o una apendicitis, que se resuelve con una operación. Esto no quiere decir que no se pueda dominar.
Con las estrategias de tratamiento vigentes, en la mayoría de los casos se logra controlar y remitir la enfermedad, es decir, la enfermedad se apaga, pero no desaparece.
En la actualidad, el objetivo de los médicos reumatólogos es lograr la remisión lo antes posible para evitar daños y que la persona pueda seguir con su vida normal. Es decir, que si uno ve a una persona por la calle, no advierta que tiene artritis. Antes, en cambio, se solía correr atrás de la locomotora, se era más agresivo a medida que aparecían las lesiones.
En cuanto a la artritis, consiste en la inflamación de las articulaciones. Las causas son variadas: si es por alguna bacteria, es infecciosa; cuando es por un cristal de ácido úrico, se trata de gota; si el motivo es desconocido, probablemente se trate de la reumatoidea.
A su vez, la artritis se divide en dos grupos: las que afectan a muchas articulaciones y las que atacan a unas pocas. La más común de las que comprometen a varias, es la reumatoidea y de ella nos ocuparemos en este informe.
Las enfermedades reumáticas son autoinmunes, es decir, por mecanismos que se desconocen, el organismo no reconoce a las articulaciones como propias y las ataca. En el caso de la artritis, también hay un componente genético.
Son los dos síntomas a los que hay que estar atentos. En realidad, siempre que hay dolor uno debería hacer una consulta. Pero en este caso, si advertimos que una articulación además está hinchada, la visita al médico está recomendada. Lo mejor es ver al médico clínico -el médico de cabecera o de familia que hoy tiene la mayoría de las obras sociales- para la primera revisión. Este será el que indique un tratamiento o derive al reumatólogo.
No importa la edad ni el sexo. Las estadísticas indican que es tres veces más común en mujeres que en hombres, pero esos números no los liberan a ellos de la probabilidad. En cuanto a los años, antes se decía que solía aparecer en la etapa de procreación. Hoy se sabe que si bien los números señalan A que se manifiesta mayoritaria-mente entre los 40 y los 60, la mayor incidencia es en la adultez tardía y el pico de aparición se acerca aproximadamente a la menopausia.
La artritis reumatoidea es una enfermedad crónica, es decir, que dura muchos años y, en algunos casos, toda la vida. En este caso es conveniente ser más específico: no tiene cura en el sentido que le damos cuando se trata de una neumonía, que se liquida con antibióticos, o una apendicitis, que se resuelve con una operación. Esto no quiere decir que no se pueda dominar.
Con las estrategias de tratamiento vigentes, en la mayoría de los casos se logra controlar y remitir la enfermedad, es decir, la enfermedad se apaga, pero no desaparece.
En la actualidad, el objetivo de los médicos reumatólogos es lograr la remisión lo antes posible para evitar daños y que la persona pueda seguir con su vida normal. Es decir, que si uno ve a una persona por la calle, no advierta que tiene artritis. Antes, en cambio, se solía correr atrás de la locomotora, se era más agresivo a medida que aparecían las lesiones.