Contrariamente a lo que se piensa normalmente, el momento de mayor deseo sexual masculino es el otoño. En la estación en que las plantas comienzan a florecer -la primavera- la hormona sexual mas-culina la testosterona, cae a su nivel más bajo. Un reciente estudio realizado en Francia por el doctor Alain Reimberg confirmó también este carácter estacional de las pulsiones sexuales.
Para elaborar su encuesta, este médico buscó voluntarios de entre 26 y 32 años, quienes registraron durante 14 meses sus relaciones sexuales y sus masturbaciones. Paralelamente, se midieron sus tasas de hormonas. Aquí, la curva de su actividad sexual medía tuvo un pico en los meses del otoño y un pequeño vacío primaveral.
También se notó con sorpresa una neta disminución de la libido en los meses de verano. Si uno se remonta en el tiempo puede advertirse que los griegos desaconsejaban toda relación sexual durante la canícula (período de más fuerte calor).
Curiosamente, examinando hoy las estadísticas diarias de nacimientos, se comprueba -volviendo más o menos 9 meses atrás-, que el período comprendido entre el 1 de enero y el 20 de febrero, no es favorable para las concepciones. ¿Es necesario ver en esto un factor climático? Puede ser.
Se sabe, en efecto, que a los veranos tórridos le siguen a menudo déficit de nacimientos en las primaveras siguientes. Un calor excesivo, ¿acobarda las relaciones íntimas o perjudica la fecundación? En favor de la segunda hipótesis, subrayamos que las vacas sometidas a inseminación artificial son netamente menos fecundables en enero-febrero que en el resto del año. Los meses de verano serían también poco favorables para las fecundaciones humanas "in vitro".
Por el contrario, en otoño, los acoplamientos fecundos son mucho más numerosos. Lo mismo al comienzo del invierno. Marzo y abril serían los meses en que el ardor masculino está en su cénit.
La pulsión sexual femenina, por el contrario, se produce en el invierno y en la primavera, siendo el mes de setiembre el más activo. A partir de allí nos podemos preguntar: ¿cómo la especie humana ha podido perpetuarse a pesar de esta aparente discordancia?
El doctor Marc Schwob, científico especializado en comportamientos sexuales responde: "Gracias a otros ritmos amatorios. Todos los meses, por ejemplo, en el día 14 del ciclo menstrual, las secreciones hormonales de la mujer experimentan una fuerte suba. Estas secreciones llevan no solamente a la ovulación sino también a una intensa pulsión del deseo sexual. Se asiste igualmente a una activación emocional del cerebro que empuja a la mujer a buscar el placer sexual en ese momento.
Para elaborar su encuesta, este médico buscó voluntarios de entre 26 y 32 años, quienes registraron durante 14 meses sus relaciones sexuales y sus masturbaciones. Paralelamente, se midieron sus tasas de hormonas. Aquí, la curva de su actividad sexual medía tuvo un pico en los meses del otoño y un pequeño vacío primaveral.
También se notó con sorpresa una neta disminución de la libido en los meses de verano. Si uno se remonta en el tiempo puede advertirse que los griegos desaconsejaban toda relación sexual durante la canícula (período de más fuerte calor).
Curiosamente, examinando hoy las estadísticas diarias de nacimientos, se comprueba -volviendo más o menos 9 meses atrás-, que el período comprendido entre el 1 de enero y el 20 de febrero, no es favorable para las concepciones. ¿Es necesario ver en esto un factor climático? Puede ser.
Se sabe, en efecto, que a los veranos tórridos le siguen a menudo déficit de nacimientos en las primaveras siguientes. Un calor excesivo, ¿acobarda las relaciones íntimas o perjudica la fecundación? En favor de la segunda hipótesis, subrayamos que las vacas sometidas a inseminación artificial son netamente menos fecundables en enero-febrero que en el resto del año. Los meses de verano serían también poco favorables para las fecundaciones humanas "in vitro".
Por el contrario, en otoño, los acoplamientos fecundos son mucho más numerosos. Lo mismo al comienzo del invierno. Marzo y abril serían los meses en que el ardor masculino está en su cénit.
La pulsión sexual femenina, por el contrario, se produce en el invierno y en la primavera, siendo el mes de setiembre el más activo. A partir de allí nos podemos preguntar: ¿cómo la especie humana ha podido perpetuarse a pesar de esta aparente discordancia?
El doctor Marc Schwob, científico especializado en comportamientos sexuales responde: "Gracias a otros ritmos amatorios. Todos los meses, por ejemplo, en el día 14 del ciclo menstrual, las secreciones hormonales de la mujer experimentan una fuerte suba. Estas secreciones llevan no solamente a la ovulación sino también a una intensa pulsión del deseo sexual. Se asiste igualmente a una activación emocional del cerebro que empuja a la mujer a buscar el placer sexual en ese momento.