En cuanto a la medicación, hay dos tipos de drogas: las que calman el dolor -los antiinflamatorios- y las que tienden a frenar la enfermedad. Son dos tipos de drogas totalmente distintas.
Los calmantes deben ser efectivos en el día, en horas. Los otros, en cambio, tienen que cumplir un proceso, que por lo general lleva varios meses. Los primeros son de acción inmediata y los otros, lenta.
Hay algo que siempre se dice y que se cumple poco: no hay que automedicarse por ningún concepto ni cambiar la medicación, las dosis ni el orden indicados por el médico. En este tema conviene hacer un aparte antes de seguir: hay médicos que no se toman el tiempo necesario para dar todas las explicaciones que pueden hacer falta.
Es tarea del paciente, entonces, acribillarlo a preguntas, hasta que no queden dudas. Igualmente, eso no nos habilita a cometer desmanes. Por el contrario, si el médico fue responsable y nos explicó exhaustivamente el tipo de medicación que nos está indicando y aún así hacemos lo que nos parece, es responsabilidad nuestra. Aquí también conviene hacer algunas recomendaciones imprescindibles:
Es correcto: tomar el antiinflamatorio cuando nos sentimos mal y hay inflamación. En cuanto al otro tipo de medicación, hay que seguir puntillosamente las indicaciones del especialista.
Está mal: recurrir al antiinflamatorio a cada rato o aumentar las dosis de las drogas indicadas para frenar la enfermedad con la idea de evitar dolores. No es esa su función.
No hay motivos para pensar que el cuerpo se acostumbra a la medicación y ésta deja de surtir efecto. Lo que sí produce acostumbramiento es el bienestar. Es decir, cuando alguien está mal y por acción del tratamiento empieza a estar mejor, se acostumbra pronto y quiere sentirse mejor aún. Como los remedios le permiten sentirse bien, no óptimo, supone que el organismo se acostumbró y no es así.
En cuestión de medicamentos, no podemos soslayar el celecoxib, que comercialmente se conoce con el nombre de Celebrex y que en los últimos meses se presentó a través de los medios como la panacea para la artritis. En realidad, se trata de un antiinflamatorio que prácticamente no afecta los procesos digestivos. La gran contra de este tipo de droga es que aparentemente trae efectos colaterales adversos, similares a los que produce la aspirina, por dar el caso más conocido.
La tendencia a nivel mundial en lo que hace a drogas para la artritis es desarrollar fórmulas que trabajen sobre la inflamación y actúen poco sobre otros órganos. En este sentido, el Celebrex es una novedad a tener en cuenta, pero falta ver cómo funciona, es decir, si realmente actúa de esa manera en el organismo, lo que llevará años de prueba. Los estudios preliminares que se están llevando a cabo con éste y otros fármacos son alentadores.
Otro tema ineludible es el de las operaciones. Estas sólo se indican cuando el daño de una articulación grande - rodilla, cadera- llega a un punto que quita la movilidad. En esos casos, lo mejor es la cirugía de reemplazo, porque le permite al paciente recuperar la movilidad y hacer su vida normal.
Los calmantes deben ser efectivos en el día, en horas. Los otros, en cambio, tienen que cumplir un proceso, que por lo general lleva varios meses. Los primeros son de acción inmediata y los otros, lenta.
Hay algo que siempre se dice y que se cumple poco: no hay que automedicarse por ningún concepto ni cambiar la medicación, las dosis ni el orden indicados por el médico. En este tema conviene hacer un aparte antes de seguir: hay médicos que no se toman el tiempo necesario para dar todas las explicaciones que pueden hacer falta.
Es tarea del paciente, entonces, acribillarlo a preguntas, hasta que no queden dudas. Igualmente, eso no nos habilita a cometer desmanes. Por el contrario, si el médico fue responsable y nos explicó exhaustivamente el tipo de medicación que nos está indicando y aún así hacemos lo que nos parece, es responsabilidad nuestra. Aquí también conviene hacer algunas recomendaciones imprescindibles:
Es correcto: tomar el antiinflamatorio cuando nos sentimos mal y hay inflamación. En cuanto al otro tipo de medicación, hay que seguir puntillosamente las indicaciones del especialista.
Está mal: recurrir al antiinflamatorio a cada rato o aumentar las dosis de las drogas indicadas para frenar la enfermedad con la idea de evitar dolores. No es esa su función.
No hay motivos para pensar que el cuerpo se acostumbra a la medicación y ésta deja de surtir efecto. Lo que sí produce acostumbramiento es el bienestar. Es decir, cuando alguien está mal y por acción del tratamiento empieza a estar mejor, se acostumbra pronto y quiere sentirse mejor aún. Como los remedios le permiten sentirse bien, no óptimo, supone que el organismo se acostumbró y no es así.
En cuestión de medicamentos, no podemos soslayar el celecoxib, que comercialmente se conoce con el nombre de Celebrex y que en los últimos meses se presentó a través de los medios como la panacea para la artritis. En realidad, se trata de un antiinflamatorio que prácticamente no afecta los procesos digestivos. La gran contra de este tipo de droga es que aparentemente trae efectos colaterales adversos, similares a los que produce la aspirina, por dar el caso más conocido.
La tendencia a nivel mundial en lo que hace a drogas para la artritis es desarrollar fórmulas que trabajen sobre la inflamación y actúen poco sobre otros órganos. En este sentido, el Celebrex es una novedad a tener en cuenta, pero falta ver cómo funciona, es decir, si realmente actúa de esa manera en el organismo, lo que llevará años de prueba. Los estudios preliminares que se están llevando a cabo con éste y otros fármacos son alentadores.
Otro tema ineludible es el de las operaciones. Estas sólo se indican cuando el daño de una articulación grande - rodilla, cadera- llega a un punto que quita la movilidad. En esos casos, lo mejor es la cirugía de reemplazo, porque le permite al paciente recuperar la movilidad y hacer su vida normal.