En los seres humanos la independencia es bastante relativa. El hombre es absolutamente gregario. Sale de la grupalidad, se origina en un vínculo con su mamá, su papá y sus hermanos, sale de ese vínculo y tiende un nuevo vínculo. Básicamente el hombre emerge de un conjunto social: de una familia, un país, una nación, un universo que es vincular, fundamentalmente.
La soledad es una construcción posterior, por eso estar solo es un aprendizaje. Se dice que "no es bueno que el hombre esté solo" porque el hombre es social. Desde la sexualidad que es compartida casi siempre, hasta para pensar se necesita de otro. Uno crea en singular pero trabaja con otro, aunque el otro sea imaginario.
Para poder estar solo hay que tener algo sólido adentro: una buena relación consigo mismo y esto se adquiere a partir de una relación suficientemente buena con otros y con el paso de los años.
La problemática de la soledad, cuando aparece como queja, es en la gente más joven. Más aún en la mediana edad, entre los 40 y los 50 años. Es muy común que concurran a las consultas planteando que no pueden tener pareja.
Es que la pareja, en la fantasía, parece la gran solución para toda la problemática de la soledad, aunque después aparecen las quejas del tipo estoy casado pero estoy solo. Pero, aún así, la pareja se considera, por varias razones, como la panacea para resolver el problema de la soledad. Uno de los problemas de las personas mayores es la falta de lugar en la estructura social, que no provee de instituciones intermedias salvo los geriátricos.
Sin embargo el común denominador de los ancianos es la falta de lugar, de ser deseados, necesitados y provechosos: no son buenos consumidores, porque tienen el recurso acotado por la imposibilidad de obtener ingresos y no son buenos productores porque se cayeron de la etapa productiva.
Entonces, comenta la psicoanalista Diana Singer, como lugar deseado en la sociedad los ancianos van a bastante pérdida. Sin embargo agrega que lo que se ve en la clínica es que esto no los hace padecer mucho. Esto sucede porque ya en la edad mediana de la vida comienza un movimiento donde uno empieza hacer una especie de balance introspectivo como una forma de prepararse para el final.
La soledad es una construcción posterior, por eso estar solo es un aprendizaje. Se dice que "no es bueno que el hombre esté solo" porque el hombre es social. Desde la sexualidad que es compartida casi siempre, hasta para pensar se necesita de otro. Uno crea en singular pero trabaja con otro, aunque el otro sea imaginario.
Para poder estar solo hay que tener algo sólido adentro: una buena relación consigo mismo y esto se adquiere a partir de una relación suficientemente buena con otros y con el paso de los años.
La problemática de la soledad, cuando aparece como queja, es en la gente más joven. Más aún en la mediana edad, entre los 40 y los 50 años. Es muy común que concurran a las consultas planteando que no pueden tener pareja.
Es que la pareja, en la fantasía, parece la gran solución para toda la problemática de la soledad, aunque después aparecen las quejas del tipo estoy casado pero estoy solo. Pero, aún así, la pareja se considera, por varias razones, como la panacea para resolver el problema de la soledad. Uno de los problemas de las personas mayores es la falta de lugar en la estructura social, que no provee de instituciones intermedias salvo los geriátricos.
Sin embargo el común denominador de los ancianos es la falta de lugar, de ser deseados, necesitados y provechosos: no son buenos consumidores, porque tienen el recurso acotado por la imposibilidad de obtener ingresos y no son buenos productores porque se cayeron de la etapa productiva.
Entonces, comenta la psicoanalista Diana Singer, como lugar deseado en la sociedad los ancianos van a bastante pérdida. Sin embargo agrega que lo que se ve en la clínica es que esto no los hace padecer mucho. Esto sucede porque ya en la edad mediana de la vida comienza un movimiento donde uno empieza hacer una especie de balance introspectivo como una forma de prepararse para el final.