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domingo, 19 de febrero de 2012

La infelicidad


Es fácil constatar cómo esta guerra de la Imagen y de las apariencias, desencadenada en la morbosa tendencia de los hombres a compararse con los otros, no los hace del todo felices. "La infelicidad consiste en hacer comparaciones" decía el filósofo Spinoza.

Calcular todo lo más y todo lo menos -quedando fascinados por lo más de los otros y sufriendo por lo menos de uno- es una de las actitudes más estúpidas: no sólo es totalmente vana sino que también impide mirar hacia adentro de uno e Interrogarse seriamente acerca de los fundamentos de las propias elecciones y preferencias.

De allí, que todos los yo aquí, yo allá con que nos presentamos ante los otros son usualmente otras tantas falsas certezas que deberían ser revisadas y cuestionadas. Nuestro minúsculo o pomposo Yo, se protege así de la angustia existencia!, pero al mismo tiempo nos impide conocer nuestra verdadera naturaleza -que va más allá de la reluciente imagen que proyectamos de nosotros- y , de este modo, nos impide tomar conciencia de nuestros reales deseos.

Para saber qué es lo que uno quiere es necesario saber que es lo que uno es: las dos cosas van de la mano. Es inevitable pensar que los hombres se engañan a si mismos, escribía Freud. Mientras ellos se esfuerzan por conseguir placer, éxito, riqueza -o mientras lo miran en los otros- están subordinando los verdaderos valores de la vida. El sufrimiento nos amenaza desde tres lugares: sobre el cuerpo, con el dolor y la enfermedad; desde el mundo externo, con su carga de angustia, y finalmente en nuestras relaciones con ios otros.

Nosotros no tenemos el control completo de nuestro cuerpo ni de nuestro medio ambiente. Pero, en lo que respecta a nuestra relación con los demás, sucede todo lo contrario: podemos y debemos intervenir. Sin embargo lo que sucede generalmente es que por ignorancia o por ceguera nosotros mismos nos convertimos en los artífices de nuestra propia desventura.

Las consecuencias se hacen presentes, por ejemplo, cuando confundimos lo que creíamos querer con lo que queríamos verdaderamente. En estos casos lo que está garantizado es la insatisfacción crónica. A menos que uno se decida a tomar el toro por las astas y hacer algo para cambiar. Y como no se puede cambiar lo que no se conoce resulta útil seguir el consejo de Spinoza que reza: Conócete a ti mismo.

Existen individuos que parecen atraer a la mala suerte: cada uno de sus días y toda su existencia son un elenco de contrariedades, imprevistos y desgracias. Puras desgracias, afirma alguien comentando su propias desventuras. No, la culpa es sólo mía porque fue hecho así, opina otro. Estas dos posturas fundamentales, que en mayor o menor medida son muy comunes, esconden jn temor radical: el de aceptar la pro-oia responsabilidad.

En todas las circunstancias de la vida, uno siempre tiene un cierto margen, por muy estrecho que fuere, de posibilidad de elección. Algo muy difícil de aceptar, por cierto es la ¡dea de que todas nuestras dificultades sean simplemente frutos de la desgracia.

Elisa por ejemplo, está atravesando un período negro: el marido la ha dejado por otra mujer, la señora de ¡a limpieza se fue sin previo aviso, su hija de tres años, no duerme bien y rechaza la comida. Finalmente para com-oletar el cuadro su adorado perro esta afectado por una grave enfermedad de los huesos.

sábado, 3 de diciembre de 2011

La Salud Mental del tercer milenio


En las puertas del tercer milenio, los cursos y seminarios de autotrans-formación ("insight", o "mirada interior", en inglés) se presentan como una alternativa cada vez más popular para resolver la mayor parte de las angustias existenciales de los seres humanos. Hablamos con algunas de estas "escuelas de vida" para saber qué proponen y las razones del boom.

A poco de finalizar el siglo suma adeptos una nueva filosofía de vida que propone reemplazar el sufrimiento por el perdón, los abrazos y los pensamientos positivos. Para obtener la ansiada felicidad miles de personas eligen entregarse a misteriosas experiencias de autotransformación y autoconocimiento, y se aislan durante algunos días del resto del mundo para consagrarse a la tarea de viajar al fondo de su ser.

Con marcas registradas de nombres enigmáticos como Hoffman Quadrinity Process, Creacción o Crecimiento Interior, estos métodos promueven que las personas se alejen por unos días de sus hogares para viajar a un lugar rodeado por la naturaleza, adonde se dedicarán pura y exclusivamente a contemplar sus vidas desde una perspectiva diferente a sus vivencias cotidianas.

A las aulas de estas "escuelas de vida" llegan todo tipo de personas congregadas por una misma inquietud: cambiar su forma de vivir. Profesionales, amas de casa, estudiantes y artistas concurren a estos seminarios y muchos declararon públicamente estar muy satisfechos con los resultados. También llegan a los cursos personas con adicciones, depresión y hasta personas afectadas por enfermedades terminales. Todos acuden en busca del impulso que necesitan para realizar aquellos proyectos encajonados en el fondo de la memoria y poder concretar sus objetivos.

Ciertamente, la promesa de encontrar en menos de una semana la solución para los problemas que acaso lo hayan aquejado a uno durante toda su vida, es tentadora. Sin embargo es imposible no preguntarse si este tipo de respuestas rápidas puede ofrecer soluciones auténticamente duraderas.

"Los cambios son para toda la vida", dice Berta Sperber, directora del Instituto Hoffman de Argentina. Más de 30.000 personas en 16 países pasaron por el llamado proceso de la cuadrini-dad, al que la profesional define como "un método intensivo, concentrado en una semana entera para poder desactivar la compulsión a reproducir actitudes o modelos internos en la vida adulta " que perjudican las relaciones en el trabajo y la familia.

Todas las personas que hayan superado la pubertad y que tengan la convicción de querer asumir el compromiso con su propia vida -y que puedan pagar una suma de aproximadamente 2000 dólares por todo el plan que incluye alojamiento, traslados y comidas además del curso- pueden viajar a una estancia en la que durante siete días participarán de distintas actividades vivenciales que les permitirán reconocer la "programación" y el "amor negativo" que aprendieron en la infancia de sus padres y que en la actualidad actúa como un freno para vivir la vida de acuerdo al propio deseo.

jueves, 28 de julio de 2011

Salud Mental - La Independencia


En los seres humanos la independencia es bastante relativa. El hombre es absolutamente gregario. Sale de la grupalidad, se origina en un vínculo con su mamá, su papá y sus hermanos, sale de ese vínculo y tiende un nuevo vínculo. Básicamente el hombre emerge de un conjunto social: de una familia, un país, una nación, un universo que es vincular, fundamentalmente.

La soledad es una construcción posterior, por eso estar solo es un aprendizaje. Se dice que "no es bueno que el hombre esté solo" porque el hombre es social. Desde la sexualidad que es compartida casi siempre, hasta para pensar se necesita de otro. Uno crea en singular pero trabaja con otro, aunque el otro sea imaginario.

Para poder estar solo hay que tener algo sólido adentro: una buena relación consigo mismo y esto se adquiere a partir de una relación suficientemente buena con otros y con el paso de los años.

La problemática de la soledad, cuando aparece como queja, es en la gente más joven. Más aún en la mediana edad, entre los 40 y los 50 años. Es muy común que concurran a las consultas planteando que no pueden tener pareja.

Es que la pareja, en la fantasía, parece la gran solución para toda la problemática de la soledad, aunque después aparecen las quejas del tipo estoy casado pero estoy solo. Pero, aún así, la pareja se considera, por varias razones, como la panacea para resolver el problema de la soledad. Uno de los problemas de las personas mayores es la falta de lugar en la estructura social, que no provee de instituciones intermedias salvo los geriátricos.

Sin embargo el común denominador de los ancianos es la falta de lugar, de ser deseados, necesitados y provechosos: no son buenos consumidores, porque tienen el recurso acotado por la imposibilidad de obtener ingresos y no son buenos productores porque se cayeron de la etapa productiva.

Entonces, comenta la psicoanalista Diana Singer, como lugar deseado en la sociedad los ancianos van a bastante pérdida. Sin embargo agrega que lo que se ve en la clínica es que esto no los hace padecer mucho. Esto sucede porque ya en la edad mediana de la vida comienza un movimiento donde uno empieza hacer una especie de balance introspectivo como una forma de prepararse para el final.