En los últimos tiempos se han estudiado bastante diversos tipos de venenos de origen animal o vegetal y sus efectos en el ser humano. Entre dichos venenos se encuentra la apitoxina, o el veneno del aguijón de las abejas.
Primero en forma teórica y luego a través de las experiencias de los apicultores, se demostró ciertos efectos saludables.
Entre los apicultores se observó que estaban protegidos o permanecían inmunes a los procesos reumáticos. También se comprobó que, curiosamente, ninguno de ellos llegó a sufrir ningún tipo de cáncer. Esta particularidad se la atribuyó a la apitoxina, ya que hasta el más experimentado apicultor no se libra de una picadura de abeja cada tanto.
Investigadores rusos, húngaros, norteamericanos y canadienses, especialmente, llegaron a la conclusión de que este compuesto muy similar a la crotoxina es altamente eficaz contra las enfermedades reumáticas, tanto artrósicas como artríticas, dos tipos diferentes de reuma.
En la mayoría de los casos se observó una reducción importante del tumor o directamente su desaparición.
En Sudamérica se ha investigado mucho en el tema. Quien más experiencia tiene en la investigación y el uso de la apitoxina es el ingeniero agrónomo Martínez Rubio.
Como suele ocurrir en estas causas, los primeros resultados surgieron casi por casualidad. A través de la observación de la salud de los apicultores y de sucesivas pruebas de laboratorio se arribó a la posibilidad de usar apitoxina para males reumáticos, problemas nerviosos, y mucho más. Pero también hay que tener en cuenta que tiene sus contraindicaciones.