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martes, 1 de febrero de 2011

La Salud de los Huesos


Los Huesos acumulan calcio y en menor medida fósforo y magnesio, aunque no son mezquinos, cuando el organismo necesita una cuota extra de éstos.

El equilibrio de la composición sanguínea es otro de sus trabajos. Los glóbulos rojos deben ser renovados cada cuatro meses y los blancos cada semana. De esto se ocupa—entre otros órganos— la médula ósea, ubicada en el interior de los huesos.

El movimiento del cuerpo sería impracticable sin los huesos. Si bien los músculos realizan la potencia y % la fuerza de toda actividad física, éstos se fijan a los huesos para que el movimiento sea coordinado, y la versatilidad se realiza gracias a las articulaciones. Un complejo engranaje que necesita siempre de la salud ósea para su efectividad.

La composición ósea es muy sofisticada, aunque en apariencia resulta una masa compacta y pétrea. La estructura concéntrica se compone de una fina capa externa llamada periostio, que da sensibilidad. Porque, aunque no se hacen escuchar con frecuencia, a veces duelen, y mucho: pensemos en una fractura, una patada en la cara anterior de la pierna (canilla) o una torcedura.

A continuación se ubica la capa gruesa y compacta del hueso, conformada por un tipo de tejido que asegura la rigidez del sostén del organismo. Y, finalmente, en el interior, cada hueso tiene una estructura de celdas similares a un panal de abejas, donde trabaja incesantemente la médula ósea roja, responsable de la producción de células sanguíneas. Una excepción son los huesos largos como los de las extremidades. Estos carecen de esas celdillas, pero contienen la llamada médula ósea amarilla, compuesta principalmente por grasas.

Los huesos podrían desgastarse si no fuera por los cartílagos que protegen todas las articulaciones. De este modo, el movimiento y el roce continuo no deterioran las extremidades de los huesos. Y un líquido que actúa como lubricante de las "juntas" mantiene la movilidad.

Por todo lo dicho, es imprescindible conocer el cuidado de la salud de toda la estructura ósea, saber las posibles alteraciones que pueden surgir a lo largo de la vida y cómo prevenir males relacionados con este órgano "silencioso", pero de diseño perfecto y eficaz.

domingo, 30 de enero de 2011

Minerales que combaten Enfermedades


El organismo humano es una unidad y, como en el resto de los órganos, todo trastorno de los huesos repercute en la salud general. El punto clave es cuidar la cantidad de calcio de la dieta diaria, aumentando el consumo de leche, queso y yogur. Es conveniente también conocer los síntomas de males óseos que aparecen de manera "silenciosa". Hay que practicar mucha gimnasia.

Un verdadero órgano, como son los huesos, ya que cumplen funciones fundamentales para la salud del ser humano, es en la gran mayoría de los casos desconocido. Esta nota que proponemos tiene por objetivo prevenir los trastornos propios del esqueleto desde la niñez hasta la edad adulta.

Por mencionar algunos de los problemas, podemos citar desviaciones de columna, pie plano, hallus valgo (juanetes), osteoporosis, curvaturas anormales en los huesos de la pierna, espolón calcáneo, etcétera.

Como somos una unidad, cada uno de estos trastornos que se originan en los huesos repercuten en forma general en el organismo, ocasionando diferentes patologías o enfermedades que pueden llegar a prevenirse conociendo las funciones de nuestros huesos y teniendo en cuenta su estructura.

Esta prevención comienza desde el nacimiento hasta la tercera edad inclusive, siendo la nutrición el factor primordial y también actividades físicas o deportivas que estimulan la producción de material óseo.

Un mineral fundamental para la salud de nuestros huesos es el calcio, y siguen en importancia el fósforo y el magnesio, elementos que no deben faltar nunca en nuestra dieta diaria.

Precisamente, el calcio es el 50 por ciento de su material constitutivo; si la dieta es pobre en calcio, nuestro esqueleto se debilita, disminuye en masa ósea y se torna más predispuesto a las fracturas o a sufrir de osteoporosis.

Los recién nacidos tienen un esqueleto compuesto por 350 piezas. De adultos esa cifra disminuye a un total de 206 huesos, ya que muchos de ellos se van fusionando a medida que pasa el tiempo y el esqueleto alcanza su estructura definitiva.

Estos trabajadores silenciosos no paran ni un minuto. Su función no se limita a ser un simple armazón del cuerpo, aunque esto no es poco. Los huesos sirven de apoyo y sujeción, imprescindible para mantener en su lugar a todas las partes blandas del organismo. Su misión, por tal causa, es fundamental para la vida de los seres humanos.

Actúan también como un verdadero escudo protector de los órganos vitales más delicados. Así, la estructura de costillas del tórax protegen de golpes a los pulmones y al corazón.