El doctor Csikszentmihalyi cree que ser criado con o cultivando una actitud positiva, incluso en la adversidad, fomenta una "auto-inconciente autoafirmación", lo opuesto a una mentalidad de víctima, y dice que permite a la gente usar su energía física y mental para lograr sus objetivos.
El psicólogo Michael Scheier, de la Universidad Carnegie Mellon llama a las mismas características "optimismo disposicional". Y agrega: "Cuando la gente que lo posee se encuentra con contratiempos, renuevan sus esfuerzos y tratan de llegar a su meta, mientras que aquellos con expectativas negativas abandonan el intento", asegura.
"Se sacarán el problema de la cabeza y negarán su existencia, lo cual, si el problema tiene solución, no es el método más efectivo", asegura Scheier. Por ejemplo, un estudiante optimista que obtiene una nota baja puede hablar con su instructor acerca de cómo mejorarla o tratar de estudiar en forma diferente, mientras que un estudiante pesimista ignorará el problema o se sentirá impotente para corregirlo.
"El optimismo afecta fuertemente los logros al incrementar la persistencia", dice Martin Seligman, psicólogo de la Universidad de Pennsylvania. Y, el optimismo, cree él, puede ser aprendido.
En su práctica, el doctor Seligman incentiva a la gente a tornarse más optimista desafiándola en sus creencias negativas, haciéndolos preguntarse a sí mismos qué evidencia hay que avale esas creencias, contradiciéndoles sus evidencias, diseñándoles explicaciones menos auto-culpógenas y haciendo a un lado los pensamientos negativos cuando les impide habilidad para realizarse.
Daniel Kripke de la Universidad de California en San Diego empleó luz brillante -natural y artificial- como tratamiento contra la depresión desde 1981. "No quiero hacer recomendaciones hasta que lo hayamos comprobado mejor. Pero las pruebas futuras demostrarán, probablemente, que la mayor exposición a la luz natural o a la brillante luz interior es buena para la salud", dice.
El psicólogo Michael Scheier, de la Universidad Carnegie Mellon llama a las mismas características "optimismo disposicional". Y agrega: "Cuando la gente que lo posee se encuentra con contratiempos, renuevan sus esfuerzos y tratan de llegar a su meta, mientras que aquellos con expectativas negativas abandonan el intento", asegura.
"Se sacarán el problema de la cabeza y negarán su existencia, lo cual, si el problema tiene solución, no es el método más efectivo", asegura Scheier. Por ejemplo, un estudiante optimista que obtiene una nota baja puede hablar con su instructor acerca de cómo mejorarla o tratar de estudiar en forma diferente, mientras que un estudiante pesimista ignorará el problema o se sentirá impotente para corregirlo.
"El optimismo afecta fuertemente los logros al incrementar la persistencia", dice Martin Seligman, psicólogo de la Universidad de Pennsylvania. Y, el optimismo, cree él, puede ser aprendido.
En su práctica, el doctor Seligman incentiva a la gente a tornarse más optimista desafiándola en sus creencias negativas, haciéndolos preguntarse a sí mismos qué evidencia hay que avale esas creencias, contradiciéndoles sus evidencias, diseñándoles explicaciones menos auto-culpógenas y haciendo a un lado los pensamientos negativos cuando les impide habilidad para realizarse.
Daniel Kripke de la Universidad de California en San Diego empleó luz brillante -natural y artificial- como tratamiento contra la depresión desde 1981. "No quiero hacer recomendaciones hasta que lo hayamos comprobado mejor. Pero las pruebas futuras demostrarán, probablemente, que la mayor exposición a la luz natural o a la brillante luz interior es buena para la salud", dice.
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