CELULAS SENSIBLES A LA LUZ
Al principio, sin embargo, los investigadores tuvieron que resolver varías dudas antes de poner a prueba sus ideas en seres humanos. Nadie sabía si podrían diseñarse células sensibles a la luz sobre un microrreceptor para pasar información a las células ganglionares, por lo que se buscó la respuesta a través de experimentos en animales.
La inquietud residía en si la retina de un mamífero con visión podría encenderse con una corriente eléctrica que actuara como un interruptor. Para saberlo se colocaron lentes de contacto con electrodos en conejos y se registró la actividad eléctrica en la corteza visual, la parte del cerebro que desempeña un papel primordial en la visión. Pronto aparecieron impulsos eléctricos en los lentes, la corriente había encendido el sistema visual.
Pero la meta última del proyecto de la retina artificial es colocar un instrumento dentro del ojo humano y estimular puntos específicos para que transmitan información a las células ganglionares. Mientras la factibilidad biológica del proyecto quedaba demostrada, ingenieros de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en Raleigh, atacaron la microelectrónica del chip sensible a la luz.
La primera pregunta era: ¿qué resolución visual debe proveer el aparato? Si cero pixels equivalen al color negro, ¿cuántos son imprescindibles para proveer una imagen? Según algunos especialistas en semiconductores, el camino que va de las tinieblas al mundo de la luz en un monitor de computadora, comienza con un pixel (la unidad con que se mide la luz en una pantalla) y con cuatro puede adquirirse el sentido de la luz, la oscuridad, el movimiento y la orientación.
Claro que se necesitan aproximadamente 64 pixels para identificar letras, unos 256 para leer y alrededor de 1.024 para formar una imagen de bajo grado. Pero no se requieren un millón de pixels para ver, aunque la retina sí tenga un millón de células ganglionares.
Sin embargo, es difícil conectar sensores a las células vivas, porque el estimulador debe transferir la información del chip a las células ganglionares de la retina. Por tratarse ésta de una membrana sumamente delgada, el estimulador debe estar en suave contacto con ella para la emisión de corriente eléctrica. Algunos miembros del grupo investigador han comenzado a diseñar y construir estimuladores.
Cada uno de ellos debe proveer una señal eléctrica a las células ganglionares por cada pixel del chip sensible a la luz. El primer estimulador fue creado de silicón, al igual que la mayoría de los chips electrónicos, pero tiene la desventaja de que sus bordes agudos pueden dañar el tejido de la retina. Como consecuencia, los investigadores lo cambiaron por un delicado polímero que puede flotar en la superficie del ojo. Los científicos parecen tener confianza en que puedan completar el próximo paso: combinar un chip sensible a la luz con un estimulador hecho de poliamida, implantar quirúrgicamente el aparato en un ojo humano
Al principio, sin embargo, los investigadores tuvieron que resolver varías dudas antes de poner a prueba sus ideas en seres humanos. Nadie sabía si podrían diseñarse células sensibles a la luz sobre un microrreceptor para pasar información a las células ganglionares, por lo que se buscó la respuesta a través de experimentos en animales.
La inquietud residía en si la retina de un mamífero con visión podría encenderse con una corriente eléctrica que actuara como un interruptor. Para saberlo se colocaron lentes de contacto con electrodos en conejos y se registró la actividad eléctrica en la corteza visual, la parte del cerebro que desempeña un papel primordial en la visión. Pronto aparecieron impulsos eléctricos en los lentes, la corriente había encendido el sistema visual.
Pero la meta última del proyecto de la retina artificial es colocar un instrumento dentro del ojo humano y estimular puntos específicos para que transmitan información a las células ganglionares. Mientras la factibilidad biológica del proyecto quedaba demostrada, ingenieros de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en Raleigh, atacaron la microelectrónica del chip sensible a la luz.
La primera pregunta era: ¿qué resolución visual debe proveer el aparato? Si cero pixels equivalen al color negro, ¿cuántos son imprescindibles para proveer una imagen? Según algunos especialistas en semiconductores, el camino que va de las tinieblas al mundo de la luz en un monitor de computadora, comienza con un pixel (la unidad con que se mide la luz en una pantalla) y con cuatro puede adquirirse el sentido de la luz, la oscuridad, el movimiento y la orientación.
Claro que se necesitan aproximadamente 64 pixels para identificar letras, unos 256 para leer y alrededor de 1.024 para formar una imagen de bajo grado. Pero no se requieren un millón de pixels para ver, aunque la retina sí tenga un millón de células ganglionares.
Sin embargo, es difícil conectar sensores a las células vivas, porque el estimulador debe transferir la información del chip a las células ganglionares de la retina. Por tratarse ésta de una membrana sumamente delgada, el estimulador debe estar en suave contacto con ella para la emisión de corriente eléctrica. Algunos miembros del grupo investigador han comenzado a diseñar y construir estimuladores.
Cada uno de ellos debe proveer una señal eléctrica a las células ganglionares por cada pixel del chip sensible a la luz. El primer estimulador fue creado de silicón, al igual que la mayoría de los chips electrónicos, pero tiene la desventaja de que sus bordes agudos pueden dañar el tejido de la retina. Como consecuencia, los investigadores lo cambiaron por un delicado polímero que puede flotar en la superficie del ojo. Los científicos parecen tener confianza en que puedan completar el próximo paso: combinar un chip sensible a la luz con un estimulador hecho de poliamida, implantar quirúrgicamente el aparato en un ojo humano
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