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viernes, 18 de marzo de 2011

El Asma


¿POR QUE SE PRODUCE EL ASMA?
El asma se presenta con una imprevista dificultad para respirar, acompañada a menudo de tos seca y de silbidos que no sólo puede oír el enfermo sino también la persona que está cercana a él. Estos síntomas se deben principalmente a la contracción repentina de los bronquios, los conductos a través de los cuales pasa el aire que respiramos para llegar hasta los alvéolos pulmonares, donde cede el oxígeno a la sangre recibiendo a cambio anhídrido carbónico.

El aire hace ruido al atravesar estos conductos reducidos, lo que provoca los típicos silbidos (el efecto es semejante al de los tubos del órgano: cuanto más estrecho es el cilindro, más aguda es la nota). Esta repentina reducción del calibre, debida a una brusca contracción de las fibras musculares que cubren el interior de las paredes bronquiales, se denomina espasmo bronquial o broncoespasmo: su verdadera causa es la hipersensibilidad de las vías respiratorias de los asmáticos.

El fenómeno es el mismo que se produce en las personas sanas cuando se inhala una sustancia irritante: es decir, el broncoespasmo y la tos tienen la finalidad de obstaculizar su viaje a través de los alvéolos y expeler la sustancia en cuestión.

Esta reacción de defensa está desencadenada por receptores irritativos, pequeñísimas terminaciones nerviosas situadas en su mayor parte en el piso de la mucosa que reviste el interior de los bronquios. Son muy sensibles a los estímulos físicos y cuando perciben cualquier elemento potencialmente peligroso, hacen desatar el espasmo y la tos. La diferencia entre los bronquios de un asmático'y los de una persona normal reside en el hecho de que los receptores irritati-vos del primero son demasiado susceptibles: en otras palabras, tienden a reaccionar a estímulos que no son del todo nocivos, como un poco de frío, una carcajada, una respiración profunda, una carrera, un poco de polvo, etcétera.

La hipersensiblidad de los asmáticos se debe probablemente al hecho de que sus receptores irritativos son más sensibles que lo normal ya sea por razones genéticas, porque están más expuestos o porque la mucosa que los debería cubrip está afectada por una inflamación permanente, que determina una especie de descamación de su estrato más superficial. Este último fenómeno, que en otras personas se puede dar a veces en el caso de una infección bronquial, en los asmáticos -también en este caso por motivos genéticos- se mantiene constante.

En consecuencia, la excesiva sensibilidad bronquial los hace reaccionar de manera exagerada a una serie muy diversa de estímulos, como el aire frío, la niebla, el ejercicio físico, etcétera. En muchos asmáticos la inflamación está provocada por una alergia y se habla entonces de asma alérgico o asma extrínseco; en otros casos, en cambio, no se sabe de dónde proviene, entonces se la define como asma intrínseco.

La situación es distinta en ambos casos ya que en el asma intrínseco el tratamiento es estrictamente medicamentoso mientras que en el asma alérgico o extrínseco el tratamiento además de medicamentoso debe ser causal, ya sea tratando de eliminar la sustancia que desencadena la alergia como haciendo un tratamiento inmunoterápico o hipersensibilizante cuando la eliminación del alérgeno no sea posible.

Para determinar si la persona es alérgica se recurre a un examen cutáneo que consiste en colocar en el antebrazo del afectado una gota del extracto de la sustancia de la que se sospecha que produce alergia (alérgeno). Si en 10-20 minutos se forma una aureola rosada que produce picazón, significa que se es alérgico a esa sustancia.

En este caso se procede a un examen más sofisticado para estar seguro de que esa es la causa del asma y luego se procede al tratamiento. En los casos graves de asma alérgica si no se la puede controlar con una terapia preventiva, se puede iniciar una terapia desensibilizante. Esta consiste en inyectar dosis progresivamente mayores del alérgeno en cuestión durante tres o cuatro años hasta que el organismo aprenda a tolerarlo. Los resultados son buenos en el 70-80 por ciento de los casos de asma alérgica.

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