Muchos de nosotros, ocasionalmente, pasamos por el envidiable estado energético hipertímico -cuando corremos para finalizar una pila de trabajo, por ejemplo, antes de salir de vacaciones-.
Pero no podemos vivir así todo el tiempo salvo que hayamos heredado los correspondientes genes de energía, que un científico, Robert Plomin, investigador de la conducta del desarrollo, está tratando ahora de localizar en ratas como un paso hacia su localización en los humanos.
"El nivel de energía y actividad es, probablemente, más transmisible que la mayoría de los rasgos de personalidad", dice el doctor Plomin, profesor en el Colegio de Salud y Desanollo Humano en la Universidad Estatal de Pennsylvania. "Pero esto no significa que el ambiente no tenga su influencia". Factores ambientales de la niñez pueden fomentar o interferir con una vida de alta energía.
Pero incluso factores negativos pueden ser sobrellevados. El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, de la Universidad de Chicago, quien estuvo investigando a personas de 70, 80 y 90 años que lograron cosas importantes en sus vidas (como recibir el Premio Nobel), se sorprende por cuántos de ellos fueron niños enfermos.
"Algunos tuvieron enfermedades graves y ahora están tan llenos de energía que uno pensaría que tuvieron una dosis extra de salud", dice.
Pero no podemos vivir así todo el tiempo salvo que hayamos heredado los correspondientes genes de energía, que un científico, Robert Plomin, investigador de la conducta del desarrollo, está tratando ahora de localizar en ratas como un paso hacia su localización en los humanos.
"El nivel de energía y actividad es, probablemente, más transmisible que la mayoría de los rasgos de personalidad", dice el doctor Plomin, profesor en el Colegio de Salud y Desanollo Humano en la Universidad Estatal de Pennsylvania. "Pero esto no significa que el ambiente no tenga su influencia". Factores ambientales de la niñez pueden fomentar o interferir con una vida de alta energía.
Pero incluso factores negativos pueden ser sobrellevados. El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, de la Universidad de Chicago, quien estuvo investigando a personas de 70, 80 y 90 años que lograron cosas importantes en sus vidas (como recibir el Premio Nobel), se sorprende por cuántos de ellos fueron niños enfermos.
"Algunos tuvieron enfermedades graves y ahora están tan llenos de energía que uno pensaría que tuvieron una dosis extra de salud", dice.