Su cultivo y su uso se remonta a la antigüedad: Asia Menor, India, China, Egipto, Grecia. Su acción «dormitiva» fue descubierta hacia el siglo vn, en China, y en Europa, hacia el siglo x, se usaba como medicamento; su uso terapéutico alcanzó pleno apogeo durante la Edad Media y el Renacimiento. Parece ser que hacia el siglo xvn, en China se había extendido mucho la costumbre de fumar opio, siendo entonces introducida en Europa.
El opio, en su forma natural, es un jugo lechoso que se seca al contacto con el aire, el cual se recoge cuando caen los pétalos de la «adormidera», haciendo unas incisiones en la cápsula de la planta; se forman así unas bolitas blandas que pueden ser fumadas en pipas especiales. El opio contiene de 20 a 25 alcaloides. Sydenham, en el siglo xvn, descubrió la fórmula del láudano.
En 1806, Seguin descubrió el alcaloide activo del opio: la morfina. En 1874, Dresser aisló la diace-tilmorfina o heroína. Otros alcaloides son: la codeína, la apomorñna, la papaverina, etc. Las vías de introducción en el organismo son varias: 1) fumado en pipa: el opio en su forma natural o en estado bruto, o en forma de residuo después de una cocción o de haberlo fumado; este último es más rico en morfina. 2) ingerido: mascándolo en estado bruto; comido o bebido en forma de láudano.
3) en aspiraciones nasales, por ejemplo la heroína.
4) en inyección hipodérmica, por ejemplo la morfina. Esta vía evita los accidentes de tipo digestivo, pero es muy frecuente la producción de abscesos subcutáneos, ya que, por lo general, las inyecciones son autoadministradas, sin tomar ninguna prevención aséptica, y muchas veces incluso a través de la ropa. 5) en inyección intravenosa; esta vía supone una acción más intensa de la droga y un mayor ocultamiento. 6) en forma de supositorios; suelen ser preparados farmacéuticos.
Acción de la droga. La calidad del producto y la vía de penetración en el organismo pueden dar lugar a pequeñas variaciones. Para considerar los efectos de la droga hay que distinguir tres etapas: una en la que el sujeto se inicia en el producto; en los primeros momentos pueden producirse molestias digestivas, náuseas, vómitos, etc.
Enseguida las sensaciones desagradables son sustituidas por un estado de euforia: el sujeto experimenta un gran bienestar y sus sentidos no sólo no se entorpecen, sino que son capaces de apreciar variados matices; incluso tiene lugar una especie de selección, como si el individuo sólo pudiera responder a los estímulos agradables y placenteros. En el caso de que existiera algún dolor, éste desaparece.
Se experimenta una sensación de gran dominio de sí mismo, de seguridad y de serenidad; se domina el pensamiento y no surgen dificultades para mantener un razonamiento, sino que éste se hace fácil y fluido. Más adelante se entra en un estado de beatitud, de éxtasis; por lo general no aparecen alucinaciones, ni alteración de la realidad, ni angustia o ansiedad. Tampoco existe abolición de la conciencia, sino una simple inmovilidad psicosensorial, felicidad en reposo, felicidad «vegetal». Ha huido el tiempo.
Si el individuo toma frecuentemente la droga, al cabo de muy poco tiempo aparece un fenómeno de tolerancia del organismo: el efecto se atenúa con la misma dosis y para conseguir una acción similar es preciso aumentarla progresivamente.