Un bebé recién nacido tiene un esqueleto prácticamente cartilaginoso. Sólo tiene unos pocos focos osificados, a partir de los cuales irá sustituyendo los tejidos de cartílagos por huesos calcificados. Pero todo esto debe ir ayudado por una buena alimentación.
Proteínas, vitaminas y minerales como nutrientes básicos en la alimentación diaria de los chicos. Esta es la manera más eficaz y natural de estimular el crecimiento de los huesos infantiles. Sin los nutrientes básicos el desarrollo será insuficiente.
Entre los minerales, el calcio es el más importante ya que constituye el 50 por ciento de la masa ósea, y en la pubertad, antes de los clásicos estirones que preceden a la adolescencia, el aporte calcico se debe duplicar. Lo mismo ocurre con las mujeres embarazadas, ya que gran parte del calcio de la estructura ósea de la mujer va a ser utilizado para la formación del bebé en gestación.
El aporte de calcio en los niños o embarazadas se realiza en cantidades más que suficientes a través de la leche y todos sus derivados, sin necesidad de recurrir a pastillas o medicamentos. Como norma general se calcula que medio litro de leche diario o un yogur y dos vasos de leche o un vaso de leche y una porción de queso son suficientes, pero todos los días.
Esto se debe completar con una dieta variada que incluya carnes, pescados, todas las verduras, frutas y cereales integrales, poniendo especial énfasis en el fósforo, casi tan importante como el calcio, presente en zanahorias, bananas, cereales y arvejas.
Tomar sol es fundamental. Aunque parezca mentira, los rayos solares aportan vitamina D, y su función especifica es la de "fijar" el calcio y metabolizarlo en la masa ó-sea. Sin vitamina D el calcio no se absorbe como debe ser. Claro que no es necesario que esté muchas horas al día bajo los rayos del sol: con dejar jugar al niño un rato cada día al aire libre o en una plaza, recibirá la cuota necesaria de vitamina D. Aunque el crecimiento depende en gran medida de la salud alimentaria de los chicos, la estatura no es signo de perfección ni equilibrio orgánico. La medida de altura se hereda de los padres, tanto como la constitución.
Un chico de padres bajos y contextura ancha y fuerte, difícilmente logrará, de grande, una figura longilínea por más que se someta a dietas estrictas y muchas horas diarias de deportes, pero la actividad física a diario iniciada de pequeño ayudará a lograr un poco más de esbeltez, mejor que si no hiciera deportes.
Hay profesionales que promocionan el uso de hormonas de crecimiento para estimular el desarrollo en hijos de personas bajas. Estos tratamientos son un arma de doble fijo, dicha hormona actúa en el delicado sistema endocrino, un complejo mecanismo de sustancias químicas producidas por el organismo, que si se altera con el agregado de una cuota extra de alguna de dichas sustancias —en este caso la hormona de crecimiento—, el desequilibrio endocrino puede dar lugar a serios dolores de cabeza.
Son muy efectivos si se aplican en niños de crecimiento defectuoso o alterado y donde se encuentra explícitamente la falla endocrina. Pero estos tratamientos no son aptos en niños normales sólo con el fin de que, caprichosamente, sean un poco más altos.
Alrededor de los veinte años el crecimiento cesa. La hormona de crecimiento que años antes era la responsable de los grandes estirones, a esta edad, se ocupa de la desaparición del cartílago de crecimiento, situado cerca de los extremos de los huesos, consistente en una porción de tejido que a lo largo de los años hace que los huesos crezcan.
Proteínas, vitaminas y minerales como nutrientes básicos en la alimentación diaria de los chicos. Esta es la manera más eficaz y natural de estimular el crecimiento de los huesos infantiles. Sin los nutrientes básicos el desarrollo será insuficiente.
Entre los minerales, el calcio es el más importante ya que constituye el 50 por ciento de la masa ósea, y en la pubertad, antes de los clásicos estirones que preceden a la adolescencia, el aporte calcico se debe duplicar. Lo mismo ocurre con las mujeres embarazadas, ya que gran parte del calcio de la estructura ósea de la mujer va a ser utilizado para la formación del bebé en gestación.
El aporte de calcio en los niños o embarazadas se realiza en cantidades más que suficientes a través de la leche y todos sus derivados, sin necesidad de recurrir a pastillas o medicamentos. Como norma general se calcula que medio litro de leche diario o un yogur y dos vasos de leche o un vaso de leche y una porción de queso son suficientes, pero todos los días.
Esto se debe completar con una dieta variada que incluya carnes, pescados, todas las verduras, frutas y cereales integrales, poniendo especial énfasis en el fósforo, casi tan importante como el calcio, presente en zanahorias, bananas, cereales y arvejas.
Tomar sol es fundamental. Aunque parezca mentira, los rayos solares aportan vitamina D, y su función especifica es la de "fijar" el calcio y metabolizarlo en la masa ó-sea. Sin vitamina D el calcio no se absorbe como debe ser. Claro que no es necesario que esté muchas horas al día bajo los rayos del sol: con dejar jugar al niño un rato cada día al aire libre o en una plaza, recibirá la cuota necesaria de vitamina D. Aunque el crecimiento depende en gran medida de la salud alimentaria de los chicos, la estatura no es signo de perfección ni equilibrio orgánico. La medida de altura se hereda de los padres, tanto como la constitución.
Un chico de padres bajos y contextura ancha y fuerte, difícilmente logrará, de grande, una figura longilínea por más que se someta a dietas estrictas y muchas horas diarias de deportes, pero la actividad física a diario iniciada de pequeño ayudará a lograr un poco más de esbeltez, mejor que si no hiciera deportes.
Hay profesionales que promocionan el uso de hormonas de crecimiento para estimular el desarrollo en hijos de personas bajas. Estos tratamientos son un arma de doble fijo, dicha hormona actúa en el delicado sistema endocrino, un complejo mecanismo de sustancias químicas producidas por el organismo, que si se altera con el agregado de una cuota extra de alguna de dichas sustancias —en este caso la hormona de crecimiento—, el desequilibrio endocrino puede dar lugar a serios dolores de cabeza.
Son muy efectivos si se aplican en niños de crecimiento defectuoso o alterado y donde se encuentra explícitamente la falla endocrina. Pero estos tratamientos no son aptos en niños normales sólo con el fin de que, caprichosamente, sean un poco más altos.
Alrededor de los veinte años el crecimiento cesa. La hormona de crecimiento que años antes era la responsable de los grandes estirones, a esta edad, se ocupa de la desaparición del cartílago de crecimiento, situado cerca de los extremos de los huesos, consistente en una porción de tejido que a lo largo de los años hace que los huesos crezcan.